miércoles, 25 de enero de 2012

¿DÓNDE ESTÁ MARTA?

En estos días se cumplirán tres años de la terrible desaparición de Marta del Castillo. La policía, los jueces, los políticos y autoridades cumplirán también tres años de fracaso estrepitoso. Ni la policía con todo su arsenal de protocolos y ciencia, ni los políticos ( más bien figurantes oportunistas en este caso en busca de votos ), ni los jueces con sus sentencias llenas de sentido legal pero de poco sentido común, han logrado determinar qué ocurrió aquella fatídica noche en la que unos padres perdieron un trozo inseparable de su vida arrancado violentamente por unos niñatos de tres al cuarto encubiertos por la cobardía de “sus amigos”.

Todos han tratado de justificar con coartadas prefabricadas e interesadas la manera de proteger sus intereses. Y en esto no me dejo atrás a políticos, que con su verborrea barata y aprendida son los principales culpables de que no tengamos unas leyes que protejan adecuadamente la dignidad, la convivencia y, sobre todo, la vida de nuestros hijos. Sé que para ustedes es más importante saber cuánto de nuestro dinero le van a prestar a los bancos antes que pensar en cuántas familias se quedan sin vivienda; sé que para ustedes es más importante pensar en qué nuevo impuesto subirán para quebrar aún más la maltrecha economía de las personas que en repartir justamente las ganancias desorbitadas de especuladores y banqueros, sé que ustedes están más preocupados en lo que cualquier agencia de calificación diga para ponerse a sus órdenes y seguir el plan que marquen, sé que ustedes están más preocupados por hacer lo que dicen esos que se han autoproclamado los jefes de Europa y que son los verdaderos culpables de esta crisis...Sé que a ustedes les preocupa más mantener su acomodado puesto a costa más bien de parecer que de hacer. Sé que ustedes han hecho de un servicio un oficio.

Señores políticos, tienen que cambiar las leyes inmediatamente. Esto no es una petición, sino una exigencia de cientos de miles de ciudadanos. Si no lo hacen, ustedes se convertirán en cómplices de éste como de muchos otros casos como el de Marta que seguirán surgiendo amparados en esas leyes que ustedes crean y aprueban bajo la no conformidad del pueblo que les vota.

Señores jueces, ustedes son los únicos que pueden condenar o absolver. En ustedes se ha depositado esta confianza. No la traicionen. Cuando muchas de sus sentencias resultan polémicas, controvertidas y poco claras, algo está pasando. Estoy de acuerdo en que no se puede condenar si no hay pruebas claras y que siempre debe prevalecer la presunción de inocencia, por supuesto. Sin embargo asistimos con demasiada frecuencia a demasiados juicios en los que el sentir popular es de fracaso y desasosiego. Vemos como políticos corruptos, maltratadores, estafadores, terroristas esquivan esta justicia o se les aplican penas insuficientes que hacen fructífero en muchos casos los beneficios de sus delitos. Cuando los ciudadanos de un país, las víctimas de delitos, los estafados, son en muchos casos ni tan siquiera escuchados por ustedes, creo que la sensación de desamparo y desprotección que les asola es el desesperanzador producto de veredictos desacertados y poco meditados.

Tal vez, el cuerpo de esa chiquilla sevillana que se llama Marta nunca aparezca. Sin embargo si hoy nos preguntan dónde está Marta, todos los sevillanos sabemos muy bien que al menos un trocito de ella está en los corazones de cada uno de nosotros y no lograrán pese a sus leyes y sentencias que enterremos en el olvido el fracaso de todo ese sistema que ustedes han creado.

Hoy su familia habrá perdido un juicio esperpéntico, pero no habrá perdido del todo a Marta, porque una parte de ella sigue y seguirá viva en el corazón de cada uno de nosotros como una voz que nos hace saber que merecerá la pena llegar hasta donde haga falta para que ustedes, señores políticos y jueces, nos protejan con leyes justas, humanas y coherentes.

Para vosotros Antonio y Eva y para toda vuestra familia a la que unos desalmados protegidos por leyes y jueces os han convertido en paladines obligados de la causa de la justicia, enviaros mi respeto, mi ánimo para que os mantengáis firmes y mi cariño.

Un abrazo.

EL CHAMAN





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