En
estos días se cumplirán tres años de la terrible desaparición de
Marta del Castillo. La policía, los jueces, los políticos y
autoridades cumplirán también tres años de fracaso estrepitoso. Ni
la policía con todo su arsenal de protocolos y ciencia, ni los
políticos ( más bien figurantes oportunistas en este caso en busca
de votos ), ni los jueces con sus sentencias llenas de sentido legal
pero de poco sentido común, han logrado determinar qué ocurrió
aquella fatídica noche en la que unos padres perdieron un trozo
inseparable de su vida arrancado violentamente por unos niñatos de
tres al cuarto encubiertos por la cobardía de “sus amigos”.
Todos
han tratado de justificar con coartadas prefabricadas e interesadas
la manera de proteger sus intereses. Y en esto no me dejo atrás a
políticos, que con su verborrea barata y aprendida son los
principales culpables de que no tengamos unas leyes que protejan
adecuadamente la dignidad, la convivencia y, sobre todo, la vida de
nuestros hijos. Sé que para ustedes es más importante saber cuánto
de nuestro dinero le van a prestar a los bancos antes que pensar en
cuántas familias se quedan sin vivienda; sé que para ustedes es más
importante pensar en qué nuevo impuesto subirán para quebrar aún
más la maltrecha economía de las personas que en repartir
justamente las ganancias desorbitadas de especuladores y banqueros,
sé que ustedes están más preocupados en lo que cualquier agencia
de calificación diga para ponerse a sus órdenes y seguir el plan
que marquen, sé que ustedes están más preocupados por hacer lo que
dicen esos que se han autoproclamado los jefes de Europa y que son
los verdaderos culpables de esta crisis...Sé que a ustedes les
preocupa más mantener su acomodado puesto a costa más bien de
parecer que de hacer. Sé que ustedes han hecho de un servicio un
oficio.
Señores
políticos, tienen que cambiar las leyes inmediatamente. Esto no es
una petición, sino una exigencia de cientos de miles de ciudadanos.
Si no lo hacen, ustedes se convertirán en cómplices de éste como
de muchos otros casos como el de Marta que seguirán surgiendo
amparados en esas leyes que ustedes crean y aprueban bajo la no
conformidad del pueblo que les vota.
Señores
jueces, ustedes son los únicos que pueden condenar o absolver. En
ustedes se ha depositado esta confianza. No la traicionen. Cuando
muchas de sus sentencias resultan polémicas, controvertidas y poco
claras, algo está pasando. Estoy de acuerdo en que no se puede
condenar si no hay pruebas claras y que siempre debe prevalecer la
presunción de inocencia, por supuesto. Sin embargo asistimos con
demasiada frecuencia a demasiados juicios en los que el sentir
popular es de fracaso y desasosiego. Vemos como políticos corruptos,
maltratadores, estafadores, terroristas esquivan esta justicia o se
les aplican penas insuficientes que hacen fructífero en muchos casos
los beneficios de sus delitos. Cuando los ciudadanos de un país, las
víctimas de delitos, los estafados, son en muchos casos ni tan
siquiera escuchados por ustedes, creo que la sensación de desamparo
y desprotección que les asola es el desesperanzador producto de
veredictos desacertados y poco meditados.
Tal
vez, el cuerpo de esa chiquilla sevillana que se llama Marta nunca
aparezca. Sin embargo si hoy nos preguntan dónde está Marta, todos
los sevillanos sabemos muy bien que al menos un trocito de ella está
en los corazones de cada uno de nosotros y no lograrán pese a sus
leyes y sentencias que enterremos en el olvido el fracaso de todo ese
sistema que ustedes han creado.
Hoy
su familia habrá perdido un juicio esperpéntico, pero no habrá
perdido del todo a Marta, porque una parte de ella sigue y seguirá
viva en el corazón de cada uno de nosotros como una voz que nos hace
saber que merecerá la pena llegar hasta donde haga falta para que
ustedes, señores políticos y jueces, nos protejan con leyes justas,
humanas y coherentes.
Para
vosotros Antonio y Eva y para toda vuestra familia a la que unos
desalmados protegidos por leyes y jueces os han convertido en
paladines obligados de la causa de la justicia, enviaros mi respeto,
mi ánimo para que os mantengáis firmes y mi cariño.
Un
abrazo.
EL
CHAMAN
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